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Las Teorías Neoplatónicas en el Renacimiento

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Introducción

Uno de los ejes filosóficos del Renacimiento italiano es el neoplatonismo. Junto con la tendencia racionalista y científica coexistieron las tradiciones esotéricas. El neoplatonismo no es sino una manifestación de la tradición hermética.

En este sentido, estudiarás el contexto histórico-cultural en el que el neoplatonismo adquirió importancia, a partir del siglo XV, así como su relación con el arte, lo cual está asociado con la llegada de intelectuales griegos a la península itálica, a raíz de la caída del Imperio bizantino. Ello fomentó el aprendizaje del idioma griego, la traducción, investigación y difusión de la literatura filosófica griega entre los humanistas. Conocer el neoplatonismo es fundamental, ya que influyó enormemente en las producciones artísticas de la época.

Objetivo

Reconocer el contexto histórico y cultural, transformaciones y aportaciones artísticas del Renacimiento.

El neoplatonismo en el ámbito humanista italiano

Mural El Cortejo de los Reyes Magos de Benozzo Gozzoli. Se representa a los Médici y sus aliados. En la esquina izquierda aparece el rostro de Pletón con gorro bordado en oro. A su derecha, el autorretrato de Gozzoli con gorro rojo

El neoplatonismo es una corriente filosófica iniciada por Plotino en el siglo III, pero volvió a cobrar gran fuerza en el Renacimiento. La principal causa de este fenómeno fue la caída del Imperio bizantino, la parte oriental del Imperio romano que pervivió durante toda la Edad Media y el comienzo de la primera edad moderna, en manos de los turcos otomanos en 1453. Varios intelectuales bizantinos se exiliaron a Europa occidental y trajeron los libros y conocimientos de la antigua Grecia y Roma. La escolástica medieval concedía mayor importancia al pensamiento aristotélico, dejando a Platón en un segundo plano; no obstante, con la llegada de los bizantinos, se convirtió en el centro de interés entre los humanistas italianos de la época.

Uno de los filósofos bizantinos que contribuyó a la difusión de la metafísica de Platón fue Georgios Gemistos (ca. 1355-1453), llamado Plethon o Pletón. Cuando visitó la península itálica, en calidad de miembro de la delegación bizantina del Concilio de Ferrara-Florencia, celebrado entre 1438 y 1439, Plethon fue invitado por humanistas florentinos para que les diera lecciones sobre las diferencias entre Platón y Aristóteles. Incluso escribiría De differentiis Platonis et Aristotelis durante su estancia en Florencia. En aquel tiempo había muy poco corpus disponible sobre Platón en la Europa occidental. En efecto, durante una gran parte de la Edad Media, el Timeo, en su traducción parcial de Calcidio (siglo IV), fue la única fuente disponible. El Menón y el Fedón fueron traducidos en el siglo XII por Enrico Aristippo (ca. 1105/1110-1162), pero estos textos se estudiaron muy poco en la época. Leonardo Bruni (1369-1444) tradujo el Fedón, Apología, Cristo y Fedro, pero estas labores no fueron realizadas sino poco antes de la visita de Gemistos.

¿Cómo el neoplatonismo llegó a vincularse con el arte?

Los Médici jugarían un papel primordial. Esta familia de comerciantes y banqueros de Florencia adquirió el poder político en el siglo XV; gobernó el Gran Ducado de Toscana y además contribuyó al florecimiento cultural.

Acordeón de conceptos

Cosme de Médici
Retrato de Cosme de Médici. De perfil, sentado en una silla, con una túnica y el gorro beretta, ambos de color rojo, que era el símbolo de alto estatus social de la época

Cosme de Médici (1416-1469), fundador de la dinastía política familiar, mostró interés en las lecciones de Gemistos sobre Platón. Cosme construyó una villa en Careggi, en donde dejó vivir a Marsilio Ficino (1433-1499). De esta forma se conformó un círculo intelectual privado. Éste tuvo auge particularmente en la época de Lorenzo el Magnífico (1449-1492), nieto de Cosme el Viejo. Lorenzo mismo formó parte de dicho ámbito intelectual. En torno a Ficino se reunieron el filósofo Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494), los poetas Ugolino di Vieri (1438-1516), Cristoforo Landino (1425-1498) y Angelo Poliziano (1454-1494).

Marsilio Ficino
Busto de Ficino, tallado en mármol blanco dentro un nicho en la pared con un epitafio. Ficino mira hacia la luz solar que desciende de la cúpula. La conexión entre la luz y el monumento se puede asociar con la teoría neoplatónica y cristiana de Ficino, quien relaciona la luz con Dios

En el siguiente vínculo conocerás el plano de la catedral de Florencia y el busto de Ficino (núm. 4). Podrás notar la cercanía entre la cúpula y la ubicación del busto, apreciando su relación con la luz natural del entorno. https://www.duomofirenze.it/es/catedral-interior/

Las labores de Ficino como traductor y escritor son diversas y heterogéneas. Además de traducir al latín las obras de Platón y escribir Commentarium in convivium platonis (1469), Theologia platonica (1474), De Amore (1475) y comentario a El Banquete de Platón, se dedicó a traducir las fuentes herméticas e investigar la astrología. De esta forma fue integrando los saberes esotéricos y místicos en la filosofía neoplatónica.

Pico della Mirandola
Retrato de Pico della Mirandola usando un gorro rojo

La tradición de los saberes esotéricos y místicos en la filosofía neoplatónica desarrollados por Ficino fue heredada por su discípulo Giovanni Pico della Mirandola, que culminaría el conocimiento de la cábala.

Cristoforo Landino
Pintura que representa la aparición del arcángel Gabriel a Zacarías para anunciar el nacimiento de Juan el Bautista. Aparecen personajes célebres de la época, en Florencia. En el inferior izquierdo se retrata a Cristoforo Landino, de cabello blanco, con gorro y manto rojos

Cristoforo Landino pudo dedicarse a los studia humanitatis y ocupar el cargo de profesor de la Universidad de Florencia como sucesor del aristotelista Carlo Marsuppini (1399-1453), gracias al apoyo de Cosme el Viejo. Landino escribió un comentario de La Divina Comedia desde el punto de vista neoplatónico. La edición con su comentario se publicó en 1481 en Florencia. El número de tiraje fue de 1200 ejemplares, que incluían ilustraciones realizadas por Botticelli. Esta obra contribuiría a la difusión del neoplatonismo entre los intelectuales y artistas (Kiyose, 1987, pp. 144-146).

Relación entre el neoplatonismo y el arte

Se muestran algunas ilustraciones realizadas por Botticelli para la edición de La Divina Comedia de 1481, con las interpretaciones neoplatónicas de Landino.

En este vínculo de los Museos Vaticanos podrás consultar los manuscritos digitalizados y ver el mapa del infierno de Botticelli.

Los Médici, además de proteger a los intelectuales y literatos, fueron mecenas de artistas como Botticelli, Leonardo, Miguel Ángel, Vasari, Bronzino y Allori. Varias pinturas de Botticelli y Leonardo, así como las esculturas de Miguel Ángel, fueron creadas bajo la influencia del neoplatonismo. La tendencia hermética vinculada con esta corriente filosófica no fue oposición ni negación del aspecto racional y científico del arte, sino que la numerología y las formas geométricas sagradas se asociaron con la sabiduría simbólico-hermética; además, el neoplatonismo del Renacimiento se caracterizó por fusionar las teorías filosóficas antiguas con el pensamiento cristiano, como representa la Theologia platonica de Ficino.

Más tarde, el pensamiento neoplatónico fue desarrollado e integrado en la teoría del arte por Federico Zuccari (1539-1609) y Giovanni Paolo Lomazzo (1538-1600). A saber, aquél, empleando el concepto platónico de idea, hizo distinción entre disegno interno (idea) y disegno esterno (forma), en su texto L’idea de’pittori, escultori e architetti (1607); mientras que Lomazzo, en su Idea del tempio della pittura (1590), desarrolló la teoría estética con base en la explicación que Ficino dio acerca de El Banquete de Platón.

Marsilio Ficino y su pensamiento

Philips Galle. Retrato de Marsilio Ficino, grabado, 1572

Marsilio Ficino (1433-1499) es la figura central del neoplatonismo florentino. A instancias de su padre, médico de la familia Médici, estudió medicina y filosofía en la Universidad de Pisa. Pero Cosme de Médici (1389-1464), apasionado por el pensamiento de Platón, dijo a su médico, padre de Marsilio: Tú, Ficino, nos has sido enviado para curar cuerpos, pero tu Marsilio nos ha sido enviado del cielo para curar almas (citado por Ito, 2020, p. 1).

Tras aprender griego, la primera tarea asignada a Marsilio fue la traducción de las obras completas de Platón, así como el Corpus hermeticum de Hermes Trismegisto, que era una fuente recién llegada de Constantinopla (ibíd.). Hermes Trismegisto, “El tres veces sabio”, es un personaje legendario que sincretiza la deidad de sabiduría egipcia Thot y el dios griego Hermes. Sus enseñanzas fueron compiladas en el Corpus hermeticum durante el periodo helenístico. Los contenidos abarcan el neoplatonismo, la magia, la astrología, la alquimia y las matemáticas pitagóricas. Este ocultismo dejó impacto en la cultura y el arte del Renacimiento.

Mosaico de la catedral de Siena. Hermes Trismegisto se representa como un anciano con barba larga, enseñando sus conocimientos a dos personas

Asimismo, Marsilio tradujo al latín las obras de filósofos neoplatónicos de la Antigüedad tardía, como las Enéadas de Plotino.

En su tiempo, se atravesaba por una profunda crisis de la separación entre la filosofía y la religión, ya que la fe se convirtió en indocta y la razón en impía (Paul, 2019, p. 20). Ficino, por su parte, intentó reconciliar este abismo, justificar la unión entre la razón y la fe, así como encontrar la concordancia entre el paganismo y el cristianismo (ibíd.).

Si bien dentro de la tradición teológica existía una pia philosophia (filosofía de la piedad) basada en la revelación divina, al mismo tiempo se exigía que la religión fuera la docta pietas (piedad erudita), respaldada por la autoridad filosófica.

Por lo mismo, sus obras principales, Theologia platonica de immortalitate animorum (Teología platónica sobre la inmortalidad del alma), escrita entre 1469 y 1474, y publicada en 1482, y De christiana religione (1474), fueron un intento por reconstruir la teología cristiana sobre la base filosófica platónica.

Ficino planteó teorías sincréticas entre el neoplatonismo y el cristianismo, en particular, acerca de los conceptos de Dios, universo y alma. Para explicar el origen del mundo, Ficino se apoyó en los sabios antiguos, como Trismegisto, Hesíodo y Platón, quienes sostienen el caos existente antes del mundo y en él colocan al amor.

Los platónicos llaman caos al mundo sin formas. Creen en la existencia de tres mundos; es decir, Dios creó primero la mente angélica, luego el alma del mundo y por último el cuerpo del universo. El primer planeta que se formó fue Saturno y el segundo Júpiter. De igual modo, los cuatro elementos fueron asociados con distintos dioses: fuego-Vulcano, aire-Juno, agua-Neptuno y tierra-Plutón (Ficino, 1994, pp. 19-20).

La trascendencia de su pensamiento también se ejemplifica en el concepto de amor. El llamado “amor platónico”, en realidad se trata de una concepción neoplatónica postulada por Ficino (Festugière, 1941).

Ficino y la filosofía platónica

Para entender la teoría de Ficino, es necesario revisar primero la filosofía de Platón, luego el neoplatonismo de la Grecia tardoantigua y, por último, el neoplatonismo resurgido en Florencia en la segunda mitad del siglo XV; en conjunto, los tres platonismos.

Fichero de conceptos

Primer platonismo

Fase 1. La academia de Platón (siglos V-IV a. C.)

Representante: Platón (c. 427 a. C. - 347 a. C.)

Segundo platonismo

Fase 2. El neoplatonismo tardoantiguo (siglos III-VI)

Representantes: Plotino (205-270), Porfirio (233-301), Jámblico (245-325), Proclo (412-485), Damascio (458-550) y Simplicio de Cilicia (490-560)

Tercer platonismo

Fase 3. El neoplatonismo en la Florencia del siglo XV

Representantes: Marsilio Ficino (1433-1499) y Pico della Mirandola (1463-1494)

Tras la muerte de Platón, su escuela filosófica se orientó paradójicamente hacia el escepticismo, es decir, la negación de la posibilidad de alcanzar la verdad. Pasarían cinco siglos para que la teoría platónica de las ideas tuviera un nuevo desarrollo, lo cual comenzaría con la doctrina del filósofo Plotino, en el siglo III d. C. Este filósofo helenista se conoce hoy como el fundador del “neoplatonismo”, pero los neoplatónicos no se consideraban ni innovadores, ni fundadores de una nueva filosofía, sino simplemente “platonistas”, es decir, fieles intérpretes de Platón. El neoplatonismo se convirtió en una corriente dominante de la filosofía de la Antigüedad tardía. Se extendió de Roma a Siria, pasando por Atenas y Alejandría, entre el siglo III y el VI. La interpretación de Platón realizada por Plotino y desarrollada posteriormente por neoplatónicos como Porfirio, Jámblico, Proclo, Damascio y Simplicio de Cilicia se caracterizó por intentar sistematizar la jerarquía de las hipóstasis (Groisard, 2017, p. 351).

Para Platón, las ideas y lo sensible están en una relación dicotómica, aunque éste depende de aquéllas.

La división de la realidad según Platón

El mundo de las ideas

El mundo sensible

Para Plotino, las tres hipóstasis o realidades fundamentales son las tres sustancias inteligibles: lo Uno, la Inteligencia o Intelecto (noûs) y el Alma (psykhê) del Mundo. Lo Uno es el primer principio y última realidad; es lo absolutamente trascendente e inefable, no expresable. Lo Uno, el ‘primer Dios’, que da origen por contemplación a la segunda hipóstasis, la Inteligencia, y ésta da origen a la tercera hipóstasis o Alma del Mundo (Álvarez, 2005, p. 24).

Las tres hipóstasis primordiales según Plotino

Lo Uno

Inteligencia

Alma del Mundo

Los neoplatónicos de la Antigüedad tardía plantearon un sistema jerárquico más complejo. Identificaron tres hipóstasis o grados de realidad: la Inteligencia, el Alma y la Naturaleza. En el nivel superior está el supuesto intelectual, que corresponde al mundo de las ideas. En el nivel intermedio se reúnen las almas humanas, las de los dioses y las de los démones, intermediarios entre dioses y hombres. En el nivel inferior se sitúa la naturaleza, conformada por cosas que nos rodean, que equivale al mundo de lo sensible. Estos tres niveles de hipóstasis están, a su vez, intercalados entre dos niveles de inexistencia: lo Uno va por arriba y la materia por abajo. Lo Uno está “más allá del Ser”. La materia tampoco es un ser, sino un mero contenedor de seres, que Platón llama “chôra” (Groisard, 2017, pp. 352-353). Esta palabra griega significa el ‘sitio’, la ‘situación’ que ocupa una cosa o que abandona al desplazarse. Cada cosa se mueve de una chôra a otra (Zamora, 2003, p. 272).

El sistema de realidades según los neoplatónicos de la Antigüedad tardía (Groisard, 2017, p. 352)

Inexistencia: "Más allá del Ser"

Lo Uno

Tres hipóstasis o niveles de realidad

Inteligencia

Alma

Naturaleza

Inexistencia: "Chôra"

Materia

Marsilio Ficino y su escuela filosófica en Florencia se distinguieron por su síntesis del cristianismo con el platonismo antiguo, es decir, las ideas de Platón y las interpretaciones neoplatónicas en la Antigüedad. Si bien el neoplatonismo se convirtió en una corriente filosófica importante en la época tardoantigua, superando a otras escuelas como la filosofía estoica, el epicureísmo o el escepticismo, se fue quedando cada vez más marginada ante la expansión del cristianismo. El desarrollo del neoplatonismo, a partir del siglo III d. C., coincide con el periodo en que el cristianismo adquirió adeptos en las costas mediterráneas e incluso llegó a ser la religión oficial del Imperio romano.

Los filósofos neoplatónicos de la Antigüedad tardía mantuvieron una actitud conservadora: interpretaron la filosofía de Platón como una doctrina racional politeísta y ridiculizaron las creencias irracionales de los cristianos, que basaban su fe en milagros y misterios.

Por ende, la síntesis realizada por los neoplatónicos florentinos entre el cristianismo y el neoplatonismo griego, esencialmente anticristiano, no fue fácil. Pero lo que la hizo posible fue la convicción de que la misma verdad podía revelarse a través de diferentes culturas, diversas religiones y varias disciplinas, como la filosofía, la astrología, la alquimia, la medicina, entre otras (al respecto, cabe recordar que Ficino también fue médico) (Groisard, 2017, pp. 354-355).

El amor y la belleza de Dios, según Ficino

La teoría sincrética fue cuestionada por la Iglesia católica, que no reconocía la existencia de la verdad fuera del cristianismo. Ante el riesgo de castigos severos o pena de muerte por herejía, los neoplatónicos del Renacimiento se vieron obligados a cristianizar, en la medida de lo posible, sus teorías politeístas. Por lo mismo, la teoría del amor, presentada por Ficino en su Commentarium in Convivium Platonis, De amore (Comentario al Banquete de Platón, sobre el amor), escrito en 1469, concuerda con la estructura jerárquica de los cinco niveles de realidad de la metafísica neoplatónica, pero dio una apariencia cristiana en el sistema pagano (Groisard, 2017, p. 355).

Los cinco niveles de realidades inteligibles, según Ficino

Dios

Mente angélica (inteligencia)

Alma

Naturaleza

Materia de los cuerpos

Ficino (1994) explica los conceptos de caos y mundo, así como su creación de la siguiente manera:

Los platónicos llaman caos al mundo sin formas: y afirman que el mundo es un caos pintado de formas. Consideran tres mundos: y tres también serán los caos. Antes que todas las cosas está Dios, autor de todas ellas, al cual llamamos el bien. Dios crea primeramente la mente angélica; después el alma del mundo, como quiere Platón; y por último el cuerpo del universo. El sumo Dios no se llama mundo, porque mundo significa ornamento [cosmos en griego, que significa ornamento, embellecimiento, orden] de muchas cosas compuestas. […] pero afirmamos que el mismo Dios es el principio y el fin de todos los mundos. La mente angélica es el primer mundo hecho por Dios; el segundo es el alma del universo; el tercero es todo este edificio que podemos ver. (pp. 19-20)

Las ideas y formas de todas las cosas que existen en el mundo se engendran en la mente divina: Las esferas de los cielos y de los elementos, las estrellas, las naturalezas de los vapores, las formas de las piedras, las de los metales, las de las plantas y los animales (ibíd.).

Para Ficino (1994), igual que para los neoplatónicos tardoantiguos, el amor es una fuerza metafísica asociada con el movimiento de emanación y redirección entre la fuente primordial y los niveles de existencia.

Ciertamente el Sumo Autor primero crea todas las cosas; en segundo lugar, las atrae hacia sí; y en tercero, les da perfección. Todas las cosas, principalmente en su nacer, brotan de esa sempiterna fuente; después retornan a ella cuando buscan su propio origen; y por último, devienen perfectas una vez que a su principio han retornado. […] Y por esto, al Rey del universo podemos llamarlo bueno y bello y justo, tal y como se dice muchas veces en Platón. Bueno, en cuanto crea las cosas; en cuanto les infunde aliento, bello; justo, en cuanto que, según los méritos de cada una, las hace perfectas. La belleza, pues, que por su naturaleza atrae hacia sí las cosas, está entre la bondad y la justicia; y ciertamente de la bondad nace, y tiende hacia la justicia. (ibíd., p. 29)

Toda la realidad está organizada según una dinámica de tres niveles. Dios arroja a los seres fuera de sí mismo, luego invierte su movimiento en un movimiento que regresa a sí mismo y finalmente los acoge de nuevo en sí mismo. Las tres fases de este movimiento corresponden a los tres atributos de Dios: la bondad que crea a todos los seres, la belleza que los atrae y la justicia como salvación y compensación. Dentro de esta estructura, el amor inspirado por la belleza divina corresponde al punto medio de un ciclo que emana de Dios y regresa a Dios (Groisard, 2017, pp. 356-357).

Y este aspecto divino, o sea la belleza, en todas las cosas lo ha procreado el Amor, o sea el deseo de sí misma. Porque, si Dios atrae hacia sí al mundo, y el mundo es atraído por él, existe una cierta atracción continua, que de Dios comienza y se trasmite al mundo, y finalmente termina en Dios; y como en círculo, retorna ahí de donde partió. Así que un solo círculo va desde Dios hacia el mundo, y desde el mundo hacia Dios; y este círculo se llama de tres modos. En cuanto comienza en Dios y deleita, nombrase belleza; en cuanto pasa al mundo y lo extasía, se llama Amor; y en cuanto, mientras vuelve a su Autor, a él enlaza su obra, se llama delectación.

El Amor, entonces, comenzando por la belleza, termina en la delectación. Y esto fue lo que quisieron decir Jeroteo y Dionisio Areopagita en aquel himno preclaro en el cual así cantaron estos teólogos: Amor es un círculo bueno, que siempre desde el bien rueda hacia el bien. (Ficino, 1994, p. 30)

De esta forma, Ficino (1994) enfatiza la unidad del movimiento circular y continuo. El amor, que es el punto medio de estas tres fases, permite conducir al ciclo completo.

En cuanto a la analogía entre la luz y la belleza de Dios, esta última resplandece por todas las partes. De igual modo, la analogía entre los cuatro elementos (fuego, aire, agua y tierra) y los cuatro niveles inferiores de la existencia (mente, alma, naturaleza y materia) demuestra que la luz percibida en los cuerpos no es más que la luz del Sol vista dentro de esos cuerpos, así toda belleza amada en los niveles de mente, alma, naturaleza y materia es la belleza divina. Por ende, cualquier tipo del amor es amor a Dios (ibíd., p. 39; Groisard, 2017, p. 358).

[…] sólo a Dios amaremos. […] si nos gustan los cuerpos, las almas, los ángeles, no amaremos a éstos precisamente, sino a Dios en éstos: en los cuerpos amaremos la sombra de Dios; en las almas la semejanza con Dios; en los ángeles la imagen de Dios. Así en el tiempo presente, amaremos a Dios en todas las cosas; para que finalmente amemos a todas las cosas en él. (Ficino, 1994, p. 153)

Este pasaje rechaza todo amor excepto el amor a Dios. Este amor se refleja de forma gradualmente imperfecta a medida que se desciende por los niveles de la existencia. En suma, en la metafísica neoplatónica, el amor platónico es un amor espiritual y una extensión del amor cristiano del Dios único a todos los seres, incluidos los cuerpos (Groisard, 2017, pp. 359-360).

A continuación, revisarás las ideas sobre los dones y su vinculación con los planetas, y luego las teorías sobre las percepciones captadas a través de los sentidos, lo cual tiene una estrecha relación con las expresiones artísticas.

Reconocimiento sobre las facultades del individuo

Actualmente pensamos como algo natural “mejorar algo con el esfuerzo” o “desarrollar talentos”, pero en el Renacimiento se consideraba que las facultades o dones descendían de Dios, tal como afirma Marsilio Ficino en su Commentarium in Convivium Platonis, De amore (Comentario al Banquete de Platón, sobre el amor).

Las ideas de todas las cosas están en la mente divina y a éstas sirven los dioses mundanos y a los dones de los dioses sirven los demonios. Porque desde el sumo grado hasta el íntimo de la naturaleza, todas las cosas pasan por los medios debidos; de tal modo que aquellas ideas, que son concebidas de la mente divina, transmiten a los hombres sus dones, por medio de los dioses y de los demonios. (Ficino, 1994, p. 107)

Ficino afirmaba que de esos dones los principales eran siete:

Ficino (1994) describe que estos siete dones descienden de Dios hasta los hombres.

Dios en primer término contiene en sí la fuerza de estos dones; después la concede a los siete dioses que mueven los siete planetas, a los que nosotros llamamos siete ángeles, que giran en torno al trono de Dios; de modo que cada uno de ellos recibe más de un don que de otro según la particularidad de su naturaleza. Y esos dioses distribuyen los dones a las órdenes de los demonios a ellos sometidos según la misma proporción. (p. 107)

Los dones están asociados con los dioses, los planetas y los ángeles. En especial, la vinculación con los planetas es una característica propia del pensamiento renacentista.

Saturno fortifica el don de la contemplación por medio de los demonios saturninos. Júpiter favorece la potencia del gobierno y del imperio, con el ministerio de sus demonios joviales, y similarmente Marte por medio de los marciales, favorece la grandeza del ánimo. El Sol con la ayuda de los demonios solares agudiza la claridad de los sentidos y de las opiniones, de donde deriva la adivinación; Venus por acción los venéreos, incita al Amor. Mercurio con los mercuriales despierta a la interpretación y la oratoria. Y por último la luna, mediante sus demonios lunares, aumenta la actividad de la generación. Y si bien a todos los hombres conceden facultades relativas a esas cosas, sin embargo confieren más a ellas especialmente a aquellos sobre los que tienen más demonio por la disposición del cielo en el momento de su concepción y nacimiento. (Saif, 2015, p. 108)

Lo importante aquí es la afirmación de que cualquier hombre nace con las facultades.

Todas estas cosas, si bien en verdad, por venir de una disposición divina, son honestas, sin embargo en ocasiones pueden parecer deshonestas, cuando no las usamos rectamente. Esto resulta manifiesto en el uso del gobierno, animosidad, amor y generación (ibíd.). Esta referencia se podría considerar como un consejo para los hombres que ejercen el poder.

Asimismo, Ficino (1994) interpreta la medicina humoral, vinculando con la astrología. En su Commentarium in Convivium Platonis, De amore, menciona: Saturno [el astro de la melancolía] fortifica el don de la contemplación por medio de los demonios saturnianos (p. 108).

Asocia la melancolía con la genialidad en las letras, el arte, la filosofía o la política. Esta tradición deriva del Problema XXX, 1, atribuido durante varios siglos a Aristóteles, aunque hoy se considera que es una obra de Teofrasto. En dicha fuente se plantea la pregunta:

¿Por qué todos los que han sobresalido en la filosofía, la política, la poesía o las artes eran manifiestamente melancólicos y algunos hasta el punto de padecer ataques causados por la bilis negra, como se dice de Hércules en los [mitos] heroicos? (citado por Atienza, 2009, p. 128).

Sin embargo, para el autor del Problema XXX, 1, no todos los melancólicos son genios, ya que apunta a dos formas de melancolía: la melancolía patológica (que es una forma de irracionalidad) y la melancolía genial, que produce intuiciones geniales en la filosofía, el arte o la política (ibíd.).

En cambio, la particularidad de Ficino consiste en reconciliar las teorías aristotélicas del genio, los efectos fisiológicos de la bilis negra, el ‘furor divino’ de Platón y la influencia de Saturno (ibíd., p. 130), en su tratado De vita triplici, publicado en 1489:

Pues todos los hombres de letras están infestados del humor negro especialmente aquellos que, dedicados al estudio asiduo de la filosofía, abstraen la mente del cuerpo y de las cosas corpóreas y la fijan sobre la realidad sin cuerpo: sea porque ésta es una actividad particularmente difícil, sea porque en tanto tienen la mente en contacto con la verdad incorpórea, por todo aquel tiempo están obligados a tenerla separada del cuerpo: así su cuerpo se hace semivivo y casi ahogado de la melancolía. Y nuestro Platón describe esta situación en el Timeo cuando dice que el ánimo, por frecuente e intensa contemplación de las cosas divinas, de tal manera se hace vigoroso y potente, que se separa del propio cuerpo. (De vita triplici I, 4, 21, citado y traducido por Atienza, 2009, p. 130).

El sentido de la vista según Ficino

Ficino (1994), en su Commentarium in Convivium Platonis, apunta una estrecha relación entre el amor y la belleza. Define el amor como “deseo de gozar la belleza”. La belleza es una gracia que nace de tres tipos: la que está en las almas, que corresponde a varias virtudes; la que está en los cuerpos, que surge de la armonía de varios colores y líneas; y la que está en los sonidos, producida por la consonancia de varias voces (pp. 23-24). De esta forma, elimina los sentidos del gusto, el tacto y el olfato del templo de la belleza y del amor; les concede los mismos honores a los sentidos de la vista y del oído, elevándolos incluso hasta el nivel del espíritu:

De modo que de tres clases es la belleza, y son éstas: la de las almas, la de los cuerpos y la de las voces. La belleza del alma sólo se conoce mediante la mente; la de los cuerpos se conoce por los ojos; la de las voces tan sólo se comprende por medio de los oídos. […]

Ahora bien, ¿le es necesario oler, gustar o tocar? Pues estos sentidos no captan sino olores, sabores, lo caliente y lo frío, lo blando y lo duro, o bien cosas semejantes a éstas. Ninguna de estas cosas […] es la belleza humana. […] Ésta, la belleza, sólo pertenece a la mente, y a la vista, y al oído. (Ficino, 1994, p. 24)

Esta discusión de los sentidos se prolongaría a lo largo de todo el Renacimiento. La mayoría se inclinaría a favor de la vista.

Asimismo, Ficino (1994) asocia la vista con el Sol, la luz de la mente o “luz del alma”, la belleza y la sabiduría, tal como expone en el discurso VI, capítulo XIII, “De qué modo en el alma se encuentra la luz de la verdad”, del mismo texto:

Platón, en el sexto libro de la República, aclaró su sentencia diciendo que la luz de la mente, cuando entiende todas las cosas, es el mismo Dios que crea todas las cosas. Y compara el sol a Dios de este modo: que la misma situación que tiene el sol ante los ojos, la tiene, para las mentes, Dios. El sol engendra los ojos, y les da la virtud de ver, virtud que sería vana y se encontraría por siempre en sempiternas tinieblas, si no se presentase a ella la luz del sol, pintado de colores y figuras de todos los cuerpos. En esa luz el ojo ve los colores y las figuras de los cuerpos. Y en verdad no ve otra cosa que la luz, aunque parezca que ve varias cosas; porque la luz que en él se infunde está ornada de varias formas de cuerpos. El ojo ve esta luz, en cuanto se refleja en los cuerpos; pero en su fuente no la puede comprender. Similarmente Dios crea el alma, y le da la mente, que es virtud de entender; y ésta estaría vacía y tenebrosa, si no le estuviera presente la luz de Dios, en la cual ve las razones de todas las cosas. De manera que entiende por la luz de Dios; y sólo esta luz entiende, aunque parezca que conoce diferentes cosas, porque tal luz la entiende bajo diversas ideas y razones de cosas. (pp. 138-139)

La importancia que Ficino concede a la razón acerca de las percepciones captadas a través de los sentidos se fundamenta en la teoría de Lucrecio. En su libro De rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas), redescubierto por Poggio Bracciolini en 1417 (Brown, 2010), dicho poeta y filósofo romano señala que nosotros podemos ver las cosas mediante el razonamiento de la mente (Strauss, 2007, pp. 172-173).

Ficino y la música

Ficino, además de ser filósofo, teólogo, astrólogo y físico, era músico. Estudió los himnos órficos y los ejecutaba con la lira.

Los himnos órficos aluden a una serie de obras adjudicadas a Orfeo. Se asocian también a los cultos báquicos u órficos. Los himnos se compusieron en la época imperial y pertenecían a una comunidad religiosa que los utilizaba para sus ritos (Morales, Bermejo y Fernández, 1997, p. 133).

Existe la anécdota de que Cosme de Médici escribió una carta a Ficino, invitándolo a su residencia y terminó con la siguiente frase: cuando vengas, no olvides la lira órfica (Ito, 2020, p. 1). La asociación con Orfeo no fue una simple alabanza a Marsilio como maestro de la lira, ya que la imagen de Orfeo estuvo pintada en su instrumento musical. El gran interés de Ficino por los himnos órficos se manifiesta en la traducción de dichas obras realizada al latín en 1462; además, una carta dirigida a Cosme de Médici, en septiembre del mismo año, incluyó una traducción del Hymus ad Cosmus (Himno al Cosmos) de Orfeo. También cantaba “al estilo órfico” (ritu Orphico) para calmar su alma (ibíd., pp. 2-3).

Marsilio era seguidor y difusor de la música de esferas o “música celeste”, por lo que sus composiciones musicales estuvieron regidas por los principios astrales.

A Pitágoras se le atribuye el descubrimiento de las proporciones de los principales intervalos de la escala musical. Para sus seguidores, las distancias entre los planetas –las esferas– tenían las mismas proporciones que existían entre los sonidos de la escala musical. Las esferas más cercanas daban tonos graves, mientras que las más alejadas daban tonos agudos. Todos estos sonidos se combinaban en una hermosa armonía: la música de las esferas (Calle, 2013, p. 258).

Ficino empleaba el término música en el sentido antiguo, el de armonía que penetra el universo, aunque la “armonía”, entendida por los humanistas del Renacimiento, se refería a la concordancia de la polifonía, a diferencia de la monofonía de la música antigua. En su opinión, la música es la más importante de todas las artes, ya que es la que inspira las obras de todos los creadores: oradores, poetas, escultores y arquitectos (Tatarkiewicz, 2004, p. 129).

En su pensamiento […] la música no sólo procura al alma el recuerdo de la armonía inteligible de los cielos o de la música divina que se encuentra en la mente eterna de Dios, sino que es también el instrumento privilegiado de las influencias celestes. La eficacia de la música para atraer la vis planetaria es una consecuencia lógica de la construcción armónica del universo y del alma (Vega, 1999, p. 222).

Asimismo, Ficino, en De vita triplici, apunta los valores terapéuticos de la música, ya que ésta permite equilibrar los diferentes temperamentos del hombre según el predominio de los elementos: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra; además, asocia la música con la cosmología: […] la música grave pertenece a Júpiter y al Sol, la ligera a Venus y la intermedia a Mercurio y éstas tendrán sus equivalencias al despertar determinados estados de ánimo (Polo, 2008, p. 47).

Cabe mencionar que los Médici mandaron a componer las letras y músicas para las bodas. Así, contribuyeron al desarrollo de la música secular fuera del ámbito religioso. Ejemplos de esta música son La fábula de Orfeo, obra teatral compuesta por Angelo Poliziano, así como los sonetti de Lorenzo de Médici, los cuales se consideran como antecedentes de las óperas.

Actividad. Teoría de Ficino

Sobre el amor. Comentarios al Banquete de Platón y De vita triplici, de Ficino, son textos fundamentales para comprender la idea filosófica del amor, así como la cosmología y estética neoplatónica. El aporte teórico de Ficino consiste en justificar la concordancia entre el paganismo y el cristianismo. Así, reconstruye la teología cristiana sobre la base filosófica platónica. Una de estas conexiones se manifiesta en la cosmovisión, en donde Dios es un concepto central.

Para Ficino, el círculo de Dios tiene tres fases (principio, medio y fin): 1) la bondad que crea a todos los seres; 2) la belleza que los atrae; 3) la justicia como salvación y compensación. Dentro de esta estructura, el amor inspirado por la belleza divina corresponde al punto medio de un ciclo que emana de Dios y regresa a Dios. Así, el amor es una fuerza metafísica en el pensamiento neoplatónico.

Autoevaluación. Pensamiento de Ficino

Aprendiste sobre la teoría neoplatónica a través del pensamiento de Ficino, cuya visión da pauta para comprender el simbolismo de las obras artísticas del Renacimiento.

Fuentes de información

Básicas

Bibliografía

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  • Paul, A. (2014). El concepto de melancolía en Marsilio Ficino. Eikasía. Revista de Filosofía, (57), 173-186.
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Documentos electrónicos

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Complementarias

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Documentos electrónicos

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  • Ministero della Cultura/Instituto Centrale per il Catalogo e la Documentazione. (s. f.). Catalogo generale dei Beni Culturali. https://catalogo.beniculturali.it/detail/HistoricOrArtisticProperty/0900292338

Sitios electrónicos

  • Opera di Santa Maria del Fiore. (s. f.). https://duomo.firenze.it/en/discover/opera-duomo-museum/the-halls/ingresso-storico/9148/andrea-ferrucci-da-fiesole-monumento-funebre-di-marsilio-ficino-1521-1522

Cómo citar

Arimura, R. (2024). Las teorías neoplatónicas en el Renacimiento. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAED/Escuela Nacional de Estudios Superiores, Morelia-UNAM. (Vínculo)