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Ciclo Sexual Femenino

Introducción


En esta unidad de aprendizaje nos enfocaremos en cada fase del proceso normal del ciclo sexual femenino y su implicación en los años fértiles de la mujer. Revisaremos la interacción entre el hipotálamo y la hipófisis, los cuales promueven cambios cíclicos hormonales en el ovario. A su vez, el ovario instruye al útero, las trompas uterinas y al cérvix a prepararse para un posible embarazo. Con fines explicativos, abordaremos el ciclo de cada órgano involucrado por separado, pero recuerda que se encuentran entrelazados y, por lo tanto, responden de forma cíclica.



Esquema que muestra el ciclo sexual femenino.


Ciclo sexual femenino


Además, revisaremos que el incremento de la temperatura basal y la secreción cervical son monitores corporales que evidencian que ha ocurrido la ovulación; sin embargo, carecen de valor predictivo.

Finalmente, veremos la ventana de fertilidad, la cual se trata de seis días en los cuales hay una mayor probabilidad de que la mujer quede embarazada.

Este tema es de gran interés y estudio en la medicina. El aplicar dicho conocimiento te permitirá como médico determinar si una mujer está en estado fértil o, por el contrario, si existe la presencia de alguna patología que interfiera con la funcionalidad del ciclo. Además, es un tema necesario para entender la forma en la que actúan los anticonceptivos hormonales.

¡Esperamos que disfrutes de esta unidad de apoyo para el aprendizaje!


Describir la interacción de las glándulas que forman el eje hipotálamo-hipófisis-ovario, con el fin de relacionarlo con la capacidad reproductiva femenina.

¿Qué es el ciclo sexual femenino?


El progreso de la pubertad en las niñas se caracteriza por el inicio de la primera menstruación, la menarca, e indica el comienzo de la capacidad reproductiva. La menstruación es el reflejo del establecimiento del ciclo sexual. La nutrición es un factor determinante para que ocurra la menarca, ya que se requiere de un cierto porcentaje de grasa corporal para que ocurra la madurez sexual (Moschos et ál., 2002). El decaimiento de la reserva folicular del ovario interrumpe la continuidad del ciclo sexual. Una mujer alcanza la menopausia al transcurrir 12 meses sin menstruar (sin usar anticonceptivos hormonales) (Peacock y Ketvertis, 2020, p. 1).



Esquema que muestra la interacción entre el hipotálamo, la hipófisis y los ovarios.


Interacción entre el hipotálamo, la hipófisis y los ovarios



Tanto al principio como al final de la vida reproductiva, el eje hipotálamo-hipófisis-ovario no se encuentra completamente sincronizado, lo que lleva a ciclos con una duración variable y carentes de ovulación.



Eje hipotálamo-hipófisis-ovario


El control hormonal del ciclo sexual comienza en las neuronas del núcleo arqueado y del área preóptica del hipotalámico con la producción de la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH), la cual es liberada de forma pulsátil hacia la eminencia media, y continúa su viaje a través del sistema porta-hipofisiario (Abreu y Kaiser, 2016). Se une a su receptor ubicado en los gonadótropos de la adenohipófisis, lo que conduce a la estimulación y secreción de las gonadotropinas: la hormona folículo estimulante (FSH) y la hormona luteinizante (LH). La secreción de gonadotropinas permite el crecimiento folicular, la ovulación y la formación del cuerpo lúteo (Reed y Carr, 2018).



Esquema que muestra la interacción entre el hipotálamo, la hipófisis y los ovarios.


Elaboración propia, con base en Carlson. (2019). Descripción gráfica del eje hipotálamo-hipófisis-ovario [esquema].



Ciclo ovárico y sus hormonas

El ovario tiene una función dual, la maduración de ovocitos viables para la fertilización y la síntesis de las hormonas esteroides (estrógenos y progesterona). Estas dos hormonas varían en concentración dependiendo del crecimiento folicular (Edson et ál., 2009).

A continuación, encontrarás la descripción de las fases del ciclo ovárico, el cual conlleva el cumplimiento de ambas funciones:

Fase folicular


Esta fase se caracteriza por el crecimiento folicular. Los folículos primordiales se liberan del estado quiescente a través de factores intraováricos, y su transición hacia folículos primarios es independiente de gonadotropinas (Edson et ál., 2009). Durante la fase folicular, los niveles de FSH y LH se incrementan y promueven el reclutamiento de varios folículos secundarios. De esta manera, se establece un eje de retroalimentación positiva con el ovario, donde la FSH promueve el crecimiento de los folículos secundarios (ver figura Descripción gráfica del eje hipotálamo-hipófisis-ovario). La hormona FSH regula la función de las células de la granulosa al unirse al receptor de FSH, lo que incrementa la proliferación de estas células y la inducción de la expresión de la enzima aromatasa (Carlson, 2019; Richards, 2018). Las células de la teca, de los folículos en crecimiento, presentan receptores a la LH, que, al unirse a la LH, promueven la síntesis de andrógenos, los cuáles pasan a las células de la granulosa y, por acción de la enzima aromatasa, son transformados a estrógenos. El incremento de estrógenos en los folículos promueve su sensibilización a FSH.

En la siguiente imagen se muestra la síntesis de testosterona y estradiol por parte de las células de la teca interna y células de la granulosa, respectivamente, por acción de LH y FSH de los folículos reclutados (Carlson, 2019).

Esquema que muestra la síntesis de testosterona y estradiol por parte de las células de la teca interna y células de la granulosa respectivamente, por acción de LH y FSH de los folículos reclutados.


Elaboración propia, con base en Carlson. (2019). Reclutamiento folicular [esquema].

De todos los folículos en crecimiento, se selecciona al folículo dominante, por lo general un folículo que tiene un mayor número de células de la granulosa y, por lo tanto, un mayor número de receptores a FSH, lo que lo hace más sensible a esta hormona (Fauser y Van Heusden, 1997). El folículo dominante aumenta considerablemente de tamaño por aumento de las células de la granulosa; además, incrementa la cantidad de licor folicular en el antro y la expresión de receptores a LH, ahora en las células de la granulosa. Estas células se encargarán de producir la mayor cantidad de estradiol en la mitad de la fase proliferativa. En este momento, el estradiol producido por el folículo dominante regula una retroalimentación negativa sobre la síntesis de FSH en la adenohipófisis (Baerwald et ál., 2012) (ver figura de Descripción gráfica del eje hipotálamo-hipófisis-ovario y figura de Folículo dominante).

El folículo dominante produce cerca del 95% de estrógenos en el periodo preovulatorio (Baird y Fraser, 1974). En tanto que los folículos subordinados comienzan a sufrir atresia por decremento de FSH. A su vez, el folículo dominante produce inhibina (Baerwald et ál., 2012).

En el siguiente esquema se observa la adquisición de receptores a la LH, tanto en las células de la teca como de la granulosa del folículo dominante (Carlson, 2019).

Esquema que muestra la adquisición de receptores a LH tanto en las células de la teca, como de la granulosa del folículo dominante.


Elaboración propia, con base en Carlson. (2019). Folículo dominante [esquema].


Además de las hormonas esteroides producidas por el ovario, participan factores de señalización pertenecientes a la superfamilia del factor de crecimiento transformante (TGF-β), tales como la inhibina, activina y folistatina. La activina es producida por las células de la granulosa y por la adenohipófisis, y se encarga de estimular la producción de FSH. La folistatina se expresa en la adenohipófisis y en las células de la granulosa, y es capaz de unirse a la activina e inactivar su función. Finalmente, la inhibina es producida por las células de la granulosa, y se encarga de decrementar los niveles de FSH, lo que contribuye seleccionando al folículo dominante (Baerwald et ál., 2012).

Después de la fase folicular, las siguientes fases del ciclo ovárico son la ovulación y la fase lútea:

El incremento rápido de estradiol promueve una regulación positiva de la secreción aguda de LH, dicho incremento se conoce como el pico preovulatorio de LH. Debido a que el folículo preovulatorio o De Graaf cuenta con receptores a LH tanto en las células de la teca como de la granulosa, es capaz de responder a este estímulo (Carlson, 2019).

Después del pico de LH, se reanuda la meiosis y avanza hasta metafase II. Este estímulo hormonal también promueve la formación de la corona radiada con la expansión de las células granulosa del cúmulo ovígero. Estas células producen ácido hialurónico, lo que promueve la atracción de agua para la formación de los espacios intercelulares (Edson et ál., 2009).

Momentos antes de la ovulación, la superficie ovárica cercana al folículo preovulatorio se vuelve avascular, y recibe el nombre de estigma; el tejido conectivo circundante degenera y ocurre la ovulación (Moore et ál., 2016). La ovulación ocurre dentro de las 12 horas después del pico de LH (Reed y Carr, 2018). El producto liberado es el ovocito detenido en la metafase II, rodeado por las células de la corona radiada y bañado de licor folicular (Carlson, 2019).



Después de la ovulación, las células de la granulosa mural y las células de la teca sufren modificaciones, y se transforman en el cuerpo lúteo. Los vasos sanguíneos de las células de la teca interna invaden la capa de las células de la granulosa inicialmente avascular. Ambos tipos celulares se transforman en células poligonales, con un citoplasma grande y contenido lipídico que le confiere un color amarillo (Ross y Pawlina, 2016). El cuerpo lúteo funciona como una glándula transitoria, productora principalmente de progesterona y estrógenos.

La progesterona es crítica para el mantenimiento del embarazo temprano (Reed y Carr, 2018). Si no ocurre un embarazo, la vida media del cuerpo lúteo es de 14 días (Reed y Carr, 2018). Al degenerarse, lleva a un decremento en los niveles de progesterona y estradiol en la circulación. En el ovario, la regresión del cuerpo lúteo se observa como una cicatriz blanquecina llamada cuerpo albicans o cuerpo blanco, la cual termina siendo cubierta por el estroma ovárico (Ross y Pawlina, 2016).

En caso de ocurrir un embarazo, el cuerpo lúteo permanece, gracias a la producción de la hormona gonadotropina coriónica humana, producida por el trofoblasto del embrión en desarrollo. Durante la fase lútea, el control ovárico de las gonadotropinas ocurre mediante un proceso de retroalimentación negativa. Debido a la duración de la vida media del cuerpo lúteo, la fase lútea es una fase relativamente constante en todas las mujeres con una duración de 14 días (Reed y Carr, 2018).



Órganos blanco de las hormonas ováricas


Ahora revisaremos cuáles son los efectos de las hormonas esteroides ováricas sobre la función de las tubas uterinas, el útero y el cérvix. Todos estos cambios están enfocados en el transporte del ovocito y del embrión, así como la implantación y el embarazo (Richards, 2018).

Ciclo menstrual o endometrial

La menstruación es el signo evidente que tiene la mujer para dar seguimiento al ciclo sexual; sin embargo, la menstruación es una de las fases del ciclo endometrial. La duración del ciclo menstrual es el número de días entre el primer día de sangrado menstrual hasta el inicio de la menstruación del siguiente ciclo. La duración media del ciclo menstrual es de 28 días, pero la mayoría dura entre 25 y 30 días (Reed y Carr, 2018). Antes de comenzar con la descripción del ciclo endometrial, debemos saber que el útero es un órgano hueco piriforme, cuya pared está conformada con tres capas histológicas:

Capas histológicas del útero.


Elaboración propia, con base en Moore et ál. (2016). Capas histológicas del útero [esquema].

En la siguiente animación revisaremos los cambios que ocurren en el endometrio por efecto de los estrógenos y la progesterona. Cada cambio será revisado como fases del ciclo endometrial.





Fases del ciclo endometrial



En el siguiente esquema podemos ver los eventos hormonales e histológicos del ciclo sexual.

Esquema que representa los eventos hormonales e histólogos del ciclo sexual.


Elaboración propia, con base en Rodríguez y Curell. (2017). Representación esquemática de los eventos hormonales e histológicos del ciclo sexual [esquema].


Tubas uterinas


En esta sección, se describen los cambios que ocurren en la tuba uterina por influencia de las hormonas ováricas.

Antes de comenzar, revisemos que la tuba uterina cuenta con tres segmentos anatómicos: el infundíbulo, la ampolla y el istmo; dichas estructuras se pueden identificar en la siguiente imagen.

Esquema que representa los eventos hormonales e histólogos del ciclo sexual.


Elaboración propia, con base en Ross y Pawlina. (2016). Segmentos anatómicos del útero y trompas uterinas [esquema].



La pared de la tuba uterina está compuesta por una externa, una intermedia y una interna (Ross y Pawlina, 2016).

El tipo de epitelio de la capa mucosa es cilíndrico simple, las cuales se clasifican en dos tipos de células: ciliadas y secretoras. Éstas se muestran en la siguiente figura:



Segmentos anatómicos de la tuba uterina.


Elaboración propia, con base en Ross y Pawlina. (2016). Caricatura donde se muestran los tipos de celulares presentes en mucosa de tuba uterina [figura].



Los estrógenos inducen la hipertrofia de las células epiteliales, la actividad ciliar y el aumento de contractilidad muscular en la tuba uterina, generando movimientos peristálticos que permitirán el transporte del ovocito (Ross y Pawlina, 2016). Poco antes de la ovulación, hay presencia de líquido tubárico, el cual es una mezcla de las secreciones de las células epiteliales y el trasudado de capilares. En el momento de la ovulación, las fimbrias se aproximan al ovario y barren rítmicamente su superficie (Carlson, 2019).

Los niveles elevados de progesterona inducen atrofia de algunas células ciliadas en el epitelio de la tuba uterina. La relación entre las células ciliadas y secretoras es dependiente de las concentraciones hormonales durante el ciclo sexual. Los estrógenos estimulan la hipertrofia e hiperplasia de células ciliadas, mientras que la progesterona favorece la hiperplasia de células secretoras. Durante la ovulación, el epitelio tubárico presenta una altura de 30 µm aproximadamente; sin embargo, antes del sangrado menstrual se reduce a la mitad (Ross y Pawlina, 2016).

Secreción cervical


En esta sección, se describen características importantes del cérvix, así como los cambios que se presentan durante el ciclo sexual. El cérvix actúa como una barrera que restringe la accesibilidad del útero a diversos agentes (Knudtson y McLaughlin, 2019). Además, se subdivide en la porción inferior (ectocérvix) y porción superior (endocérvix) (Kumar et ál., 2015).

Subdivisiones de la porción vaginal.


Elaboración propia, con base en Kumar et ál. (2015). Subdivisiones de la porción vaginal [esquema].


La mucosa cervical tiene cambios en espesor durante el ciclo sexual. Asimismo, las glándulas cervicales tienen cambios funcionales en el conducto cervical (Ross y Pawlina, 2016).

A continuación, se muestra los cambios que presenta el cérvix durante el ciclo sexual.



Durante la fase estrogénica, se incrementa la vascularización y edema cervical; además, el orificio cervical se dilata y se llena de moco en el momento de la ovulación (Knudtson y McLaughlin, 2019). Las glándulas del cérvix secretan un moco rico en glucoproteínas, sales y gran contenido de agua, lo que le confiere la característica filante; es decir, se forman filamentos de moco que se alinean a lo largo del endocérvix y, con ello, canales que facilitan el paso de espermatozoides a través del cérvix. Este moco es también denominado Moco E, y se encuentra presente entre los días 9 y 16 del ciclo (Guyton y Hall, 2011; Thiyagarajan et ál., 2019).

La filancia o capacidad elástica del moco es dependiente de la cantidad de estrógenos. Esta característica se puede utilizar para identificar la fase periovulatoria o fértil del ciclo sexual femenino (Knudtson y McLaughlin, 2019).

Durante la etapa progestacional, el moco cervical se vuelve muy viscoso y rico en glucoproteínas; también es conocido como moco G, y bloquea el paso de espermatozoides al interior del útero (Carlson, 2019).

Si realizamos un examen microscópico del moco cervical secado sobre un portaobjetos cerca del periodo de la ovulación, se puede observar la arborización en hojas de helecho, esto debido al aumento de las sales en el moco cervical y de estrógenos (ver figura Examen microscópico de moco cervical). Por el contrario, en la fase progestacional, la arborización es mínima o ausente (Knudtson y McLaughlin, 2019).

Figura de moco cervical secado sobre un portaobjetos, se puede observar la arborización en hojas de helecho.


Elaboración propia, con base en la Organización Mundial de la Salud. (2005). Examen microscópico de moco cervical [ilustración].



Temperatura basal corporal


Durante la fase folicular, la temperatura corporal varía entre los 36.1 y 36.6 °C; una vez que ocurre la ovulación, la progesterona ejerce un efecto termogénico, incrementando la temperatura corporal cerca de 0.4 °C (Su et ál., 2017; Lei et ál., 2019).

Incremento de la temperatura corporal.


Temperatura coporal

Ventana de fertilidad


La ventana de fertilidad es el periodo en el cual existe una mayor probabilidad de que ocurra un embarazo.



Infografía que muestra la ventana de fertilidad de las mujeres.


Ventana de fertilidad en las mujeres



En conclusión, sólo un 30% de las mujeres presentaron una ventana fértil entre el día 10 y 17 de su ciclo menstrual (Wilcox et ál., 2000). Sin embargo, el momento en el que ocurre la ventana fértil se vuelve menos predecible para mujeres con ciclos menos regulares (Wilcox et ál., 2000).

Cuando el coito se realiza durante los días fértiles, sólo existe una probabilidad del 50% para que ocurra la fertilización. Es más probable que ocurra un embarazo si se tienen relaciones sexuales dos días previos a la ovulación. En el caso de relaciones sexuales que se llevan a cabo cinco días previos a la ovulación o un día posterior, no conllevan a un embarazo (Wilcox et ál., 2000).



Actividad 1. La comunicación entre el sistema nervioso central (hipotálamo, hipófisis) y el ovario

La comunicación entre el sistema nervioso central (hipotálamo e hipófisis) y el ovario se da a través de la producción de hormonas proteicas y esteroides sexuales. Esta interacción le permite al ovario cumplir con la formación de ovocitos y hormonas esteroides sexuales necesarias para lograr y mantener un embarazo.

Sabemos que es mucha la información que ahora debes asimilar, por lo que queremos ayudarte con este ejercicio de aprendizaje.



Actividad 2. El papel de las hormonas sexuales sobre el aparato reproductor femenino

El balance hormonal de los esteroides sexuales permite modificar de forma cíclica las características histológicas y funcionales del aparato reproductor femenino. Estos cambios permiten que la mujer presente días en los cuales hay una mayor probabilidad de embarazarse.



Autoevaluación. ¿Qué aprendí del ciclo sexual femenino?

El ciclo sexual femenino es la serie de interacciones hormonales entre el hipotálamo, la hipófisis y el ovario, con la finalidad de preparar un ovocito fertilizable y dar las condiciones idóneas para establecer un embarazo. En caso de que esto no ocurra, el cuerpo lúteo degenera, por lo que la producción de progesterona decrementa y ocurre la menstruación, marcando el inicio de un nuevo ciclo sexual femenino.

Veamos si ya dominas los componentes de la interacción del ciclo sexual femenino.

Fuentes de información

Básicas

Bibliografía

Carlson, B. (2019). Embriología humana y biología del desarrollo. Barcelona: Elsevier.

Guyton, A. y Hall, J. (2011). Tratado de fisiología médica. Barcelona: Elsevier.

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Documentos electrónicos

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Sitios electrónicos

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Cómo citar

Díaz, V. y Saavedra, M. (2021). Ciclo sexual femenino. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAIEED/Facultad de Medicina-UNAM. (Vínculo)