La entrevista es quizá la herramienta técnica más recomendable para obtener información de un individuo; es una técnica de recolección de información y, por lo tanto, de evaluación, pero también es mucho más que eso. Es una de las herramientas principales en el trabajo psicológico en general.
Su versatilidad y flexibilidad permiten que se moldee para cada finalidad y adaptarla incluso a las necesidades del entrevistado y al estilo personal del entrevistador, lo que le confiere gran ventaja respecto al resto de las técnicas de evaluación psicológica.
Para su uso apropiado es relevante promover una adecuada relación entre el entrevistador y el entrevistado, de manera tal que permita una comunicación clara y precisa.
La entrevista es el instrumento o técnica fundamental del método clínico y es, por lo tanto, un procedimiento de investigación científica de la psicología. En cuanto a la técnica, tiene sus propios procedimientos o reglas empíricas con los cuales no sólo se amplía y se verifica el conocimiento científico, sino que al mismo tiempo lo aplica.
Existen amplias definiciones sobre lo que es una entrevista, pero en términos generales se puede concebir como…
[…] una conversación y/o relación interpersonal entre dos o más personas, con unos objetivos determinados, en la que alguien solicita ayuda y otro la ofrece, lo que configura una diferencia explícita de roles en los intervinientes. Estos roles marcan una relación asimétrica, puesto que uno es el experto, el profesional, y otro es el que necesita de su ayuda. (Maganto y Cruz, 2017, p. 3)
Esta definición da cuenta de algunas características esenciales de la entrevista, como las que se mencionan a continuación (ibíd.):
La entrevista se desarrolla a través de una conversación con una finalidad, por lo que es necesario establecer objetivos específicos al momento de planear o llevar a cabo la entrevista. Estos objetivos se deben centrar en la demanda del sujeto, a partir de la explicación del problema por el cual acude a consulta.
La entrevista es una técnica que recoge abiertamente la petición de ayuda del entrevistado, ya que éste se encuentra en una situación de conflicto, estrés, confusión y sufrimiento, que le lleva a buscar apoyo con el psicólogo o entrevistador. En la entrevista, no se buscan sólo datos precisos y contrastados de los problemas, sino información acerca de cómo percibe el propio sujeto el malestar por el que acude a consulta.
La información que se obtiene del entrevistado puede ser tanto general como específica, por lo que se convierte en un instrumento insustituible de evaluación; por lo tanto, es indispensable que el entrevistador cuente con habilidades de escucha, conversación y de formulación de preguntas.
La comunicación es un proceso de intercambio de un mensaje entre un emisor y un receptor, pero también una construcción dinámica de significado susceptible de distorsión, sobre todo en el caso de la comunicación humana. Los dos sistemas de simbolización en los que descansa la comunicación humana son el verbal y el no verbal.
La comunicación verbal cuenta con características digitales; se utiliza para aportar datos, describir sentimientos, argumentar razones del presente, del pasado, del futuro o incluso de la ficción. Su semántica puede ser ambigua, por lo que el contexto y la estructura del mensaje aportan matices importantes.
La comunicación no verbal, de carácter analógico y fundamental en la comunicación de las emociones, es más espontánea, ligada al momento en que se produce y difícil de controlar. Se estima que más del 60 % de la información que interpreta el receptor llega por este canal de simbolización. Se diferencia entre las variables kinésicas (movimientos y gestos corporales), las paralingüísticas (aspectos vocales no lingüísticos) y las proxémicas (espacio personal y social).
Tanto la comunicación verbal y la no verbal pueden coincidir o entrar en contradicción. En la entrevista, será el entrevistador el responsable del control de la propia comunicación (verbal y no verbal) y del manejo de los mensajes de su interlocutor.
En una interacción, toda conducta tiene valor de mensaje, es decir, es comunicación. Hablar o callar tienen igualmente un valor de mensaje: influyen sobre los demás, quienes, a su vez, no pueden dejar de responder a tales comunicaciones. La imposibilidad de no comunicarse hace que todas las situaciones en las que participan dos o más personas sean interpersonales y comunicativas.
Cuando dos personas se comunican, en esa interacción se evidencia un aspecto referencial, es decir, lo que se dice, el contenido, los «datos» de la comunicación, y un nivel de relación entre ellas (a quién se dice y cómo se dice); por lo tanto, en la transmisión del mensaje se están dando datos, y se propone un comportamiento, o se da una instrucción que sirve para definir la relación que se establece entre los interlocutores.
El flujo de la comunicación puede entenderse como una secuencia de intercambios. Los comunicantes definen la secuencia de tal manera que uno de ellos toma la iniciativa, sigue la inercia, etcétera. Cuando existe un desacuerdo en la manera de puntuar la secuencia de hechos o seguir dicha secuencia, la comunicación se ve afectada.
En el lenguaje natural, la relación entre expresión y contenido es arbitraria, y por eso se denomina «digital». El prototipo de codificación digital lo constituyen las lenguas naturales, es abstracto, está bajo control consciente y es susceptible de falsearse.
En cambio, en las formas de comunicación no verbales (posturas, gestos, expresiones, inflexiones de la voz, secuencia, cadencia de las palabras, etcétera) hay algo similar a la cosa que se trata de comunicar, y se denomina «analógica». Esta comunicación es inmediata, concreta, con una semántica, poco control consciente y con menor susceptibilidad de falsearse.
Las relaciones basadas en la igualdad son simétricas y las basadas en la diferencia son complementarias (por ejemplo, entrevistador-entrevistado).
La entrevista es un proceso que se lleva a cabo por fases, cada una de ellas tiene características específicas que marcan la forma de interacción que se va dando entre el entrevistador y el entrevistado. A continuación, se describe la secuencia que se sugiere llevar durante una entrevista.
A lo largo de la fase inicial se establece el primer contacto y se prepara al entrevistado para las fases posteriores. En este momento es cuando la persona crea una primera impresión sobre el entrevistador y sobre lo que va a ocurrir durante la entrevista. En este punto, es importante que el entrevistador sea percibido de forma positiva y genere confianza, ya que de eso depende el adecuado desarrollo de la entrevista y, a su vez, podría influir en el futuro tratamiento.
En esta fase es el entrevistado quien pasará la mayor parte del tiempo hablando en respuesta a las preguntas del entrevistador, de una manera más o menos dirigida; además, la fluidez en la conversación debe ser la nota dominante a lo largo de esta fase. Por esto, es importante saber realizar las transiciones entre temas para evitar cambios bruscos en la conversación. A lo largo de esta fase lo normal es percibir, a través del lenguaje verbal y del lenguaje no verbal, cómo la persona cada vez va sintiéndose más cómoda y relajada; sus respuestas tenderán a ser más largas conforme avance la entrevista.
El final de la entrevista se producirá cuando el tiempo haya concluido, pero también si se han cubierto ya los objetivos, si el entrevistador o entrevistado se encuentran cansados o si existen dificultades que impidan continuar la sesión. Hay que conseguir que la entrevista finalice en un momento positivo a nivel anímico de la persona. Nunca se debe permitir que un paciente salga de la consulta con un estado de ánimo negativo o peor del que mostraba cuando empezó la entrevista.
Entre los objetivos de la entrevista psicológica están evaluar, diagnosticar e investigar. Estos aspectos permiten trazar una dirección de trabajo para sugerir estrategias de intervención. En este sentido, existen diversas técnicas de entrevista.
Técnicas verbales diseñadas para animar al entrevistado a que hable de forma abierta sobre aquello que desee comunicar y mostrarle que se le está escuchando atentamente. Estas técnicas verbales se emplean como estrategias de escucha activa, de modo que favorecen el establecimiento de la alianza/rapport, de una relación de confianza entre el entrevistado y el entrevistador, facilitan la comprensión del entrevistado e incitan a éste a asumir su responsabilidad en el proceso de entrevista.
Expresar de modo diferente el contenido cognitivo de lo que el entrevistado acaba de decir.
Por ejemplo: «Entonces, según veo, lo que te ocurre es que…»
Expresar de modo diferente el contenido emocional de lo que el entrevistado acaba de decir.
Por ejemplo: «Tengo la impresión de que te sientes…» (emoción)
Intentar aclarar lo que el entrevistado acaba de decir.
Por ejemplo: «¿Estás diciendo que…?»; «No lo he acabado de entender, ¿ha dicho que…?»
Revisión breve de los aspectos tratados.
Por ejemplo: «A lo largo de la sesión de hoy hemos tratado los siguientes temas…»
Revelación de información personal sobre uno mismo.
Por ejemplo: «Yo también he estado en una situación parecida…»
Descripción de aspectos relacionados con el proceso o sentimientos que ocurren en ese momento.
Por ejemplo: «Me siento incómoda cuando…»
Técnicas de intervención verbal en las que se ejerce una influencia directa sobre el entrevistado. Se trata de respuestas activas que parten de las hipótesis del entrevistador y, por lo tanto, están centradas en su propio punto de vista o marco de referencia. Su empleo es más complejo que el de las técnicas no directivas, y se recomienda no introducirlas hasta que el rapport esté establecido.
Cuestiones abiertas o cerradas.
Por ejemplo: «¿Podrías darme un ejemplo de…?»
Enunciado en el que el entrevistador plantea el significado que tienen para él las conductas y emociones del entrevistado.
Por ejemplo: «Me parece que esto que te ocurre se debe en parte a…»
El entrevistador ofrece una nueva perspectiva.
Por ejemplo: «Podemos empezar las sesiones tratando…, lo cual resulta que es lo que más te preocupa en estos momentos. Más adelante abordaremos…»
Descripción de alguna discrepancia en el entrevistado.
Por ejemplo: «Por un lado me dices que… y por otro…»
Comunicación al entrevistado de su capacidad para realizar una actividad.
Por ejemplo: «Has avanzado mucho desde que comenzaron las sesiones… Puedes dar el siguiente paso…»
Comunicación de hechos, datos.
Por ejemplo: «La relajación es una técnica que consiste en…»
Conjunto de pautas sobre cómo hacer algo.
Por ejemplo: «Esta semana puedes practicar tres veces al día el ejercicio que acabamos de describir; ¿has entendido en qué consiste?, ¿puedes explicármelo?»
Como se ha visto, la entrevista psicológica incluye diversos elementos que son importantes para su desarrollo eficaz. En esta ocasión se han revisado las características de las fases de la entrevista psicológica de manera general, aunque dando mayor énfasis en el contexto clínico.
En esta actividad podrás identificar los conceptos básicos, formas de comunicación y técnicas en las fases de entrevista psicológica.
La entrevista psicológica, al ser un procedimiento y herramienta para el conocimiento científico, mantiene una organización y estructura básica que permite lograr el propósito de obtención de información necesaria para la intervención correspondiente.
Hasta este momento has revisado algunos conceptos básicos, formas de comunicación y técnicas que están presentes en la entrevista psicológica, por lo que ahora identificarás las fases de la entrevista al resolver el siguiente ejercicio.
Acevedo, A. y López, A. (1992). El proceso de la entrevista, conceptos y modelos. Limusa.
Conxa, P. (Coord.). (2012). Manual de la entrevista psicológica. Saber escuchar, saber preguntar. Pirámide.
Maganto, C. y Cruz, S. (2017). La entrevista psicológica. http://www.sc.ehu.es/ptwmamac/Capi_libro/36c.pdf
Cómo citar
Rivera, A. Y. (2018). Fases para una entrevista psicológica. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAIEED/FES Iztacala-UNAM. (vínculo)
