La flora de México, paralela a su riqueza en especies, ofrece una amplia diversidad de tipos
morfológicos en las plantas, conocidos como biotipos o formas biológicas. Esto en buena parte
responde a la extensa gama de ambientes que se manifiestan en el territorio del país, además de ser
reconocido como centro evolutivo de estirpes vegetales (Rzedowski, 1978).
Las formas vegetales tienen componentes de carácter genético (ADN) que responde a procesos evolutivos
y a condiciones de adaptación al medio; esto trae como consecuencia que especies diferentes logren
formas similares en condiciones ambientales semejantes. El conocimiento de estas formas, resultado de
la respuesta a las condiciones del medio, facilita la comprensión de las comunidades vegetales en
estudios ecológicos y alimenta las posibilidades de diseño ambiental en la arquitectura de
paisaje.
Selva alta, Los Tuxtlas, Veracruz
Las primeras clasificaciones que el hombre concibió para las plantas estaban basadas en la
distinción de biotipos fundamentales, tales como árboles, arbustos, hierbas. No obstante, los
modernos sistemas filogenéticos toman poco en cuenta este criterio, pues se ha
observado que con frecuencia encontramos morfologías similares de la parte vegetativa de las
plantas, en grupos poco emparentados, y a diferentes niveles evolutivos.
No obstante, en estudios ecológicos, la apreciación de las formas biológicas adquiere particular
importancia, pues se presume que los rasgos morfológicos promueven las capacidades de las
plantas para adaptarse al medio y ello permite su sobrevivencia.
Con base en las relaciones existentes entre la morfología de las plantas y el medio,
condicionado por el clima y tipo de suelo en que se desarrollan, hoy día han ganado apoyo las
caracterizaciones y clasificaciones de la vegetación fincadas en su fisonomía. Estas
clasificaciones se dice que son de carácter fisonómico-ecológicas y su objetivo
es comprender la organización y composición vegetal de las comunidades vegetales de un lugar.
Clasificación de comunidades vegetales
Es una categoría que incluye vegetales de cualquier posición sistemática, pero que son semejantes en
su estructura morfológico-biológica y, sobre todo, en los caracteres relacionados con la adaptación al
medio (Rzedowski, 1978).
Para Judd et ál. (2002), el término forma de vida denota la apariencia general de una planta
y consideran tres hábitos: árbol, arbusto y hierba. Estos tres términos son el antecedente más antiguo
de clasificación y fue propuesto por Teofrasto (300 a. C.) (Díaz et ál., 2002). Sin embargo, el
concepto actual más utilizado, que responde al término forma de vida, fue propuesto por
Raunkiaer (1934), para clasificar a las plantas con base en la posición de las yemas u órganos de
renuevo, a partir de los cuales se desarrollarán nuevos brotes o nuevo follaje, después de la época
desfavorable (Vázquez-Sánchez et ál., 2018). Ésta es la clasificación de las “formas de vida de las
plantas” más aceptada.
Clasificación fundamental de Teofrasto (300 a. C.)
Clasificación propuesta por Raunkiaer en 1934
Ahora bien, empezaremos por describir las formas fundamentales de reconocimiento de las formas vegetales, dado que nos permiten identificar elementos de orden cotidiano con nuestra vida, presentes en las áreas verdes de la ciudad.
Tabla sobre las formas fundamentales de reconocimiento de las formas vegetales
Son plantas que presentan un eje principal, al que se denomina tronco o fuste, que además de crecer de manera vertical muestra lo que se llama crecimiento secundario; es decir, crecimiento en grosor, cuyas células sufren un proceso de lignificación: endurecimiento que forma lo que conocemos como leño o madera, esto le da solidez al fuste y a las ramas para sostener un cuerpo de gran talla. Dicho crecimiento en grosor obedece a la formación de células, por un tejido denominado cambium y felógeno, que son meristemos laterales. Estas formas de vida alcanzan gran porte tanto en talla como en espesor del tronco.
OpenClipart-Vectors. (s. f.). Árboles [ilustración]. Tomada de https://pixabay.com/es/%C3%A1rbol-forestales-tronco-naturaleza-576847/
Corte de tronco que muestra los tejidos que lo componen
Como dijimos, la característica singular en esta forma biológica es la presencia de un solo eje principal (tronco o fuste), que se ramifica en el segundo tercio, dando lugar a la formación de la copa en la que crece el follaje.
Se pueden encontrar distintas formas de copa como una respuesta al tipo de crecimiento apical de sus
ramas. Todas aquellas especies, cuyo crecimiento está determinado por un tejido meristemático (yema)
apical, dominante en la punta del fuste, promueven un crecimiento monopodial. La dominancia apical hace
que las ramas superiores limiten su crecimiento, no así las inferiores, que van logrando mayor longitud.
Así, el crecimiento monopódico determina una copa de forma cónica o columnar. Las leñosas monopódicas se
incluyen en el grupo de las gimnospermas.
A continuación, veamos algunas de sus características:
Cuando las ramas axilares presentan meristemos apicales con fuerzas semejantes en su poder de crecimiento, al convertirse en yemas terminales, producen el desarrollo de nuevas ramas que dan pie al desarrollo de otra rama, hoja o flor; asimismo, puede dejar de crecer cuando el tejido meristemático pierde su capacidad de división y, en este caso, el crecimiento lo continúan nuevos meristemos subapicales o intercalares; esta capacidad de ramificación se conoce como crecimiento simpodial. La mayoría de las angiospermas leñosas presentan este tipo de crecimiento, lo que condiciona el desarrollo de copas esféricas, semiesféricas, ovoidales, irregulares, entre otras.
Trejo, H. (2018). Ramas auxiliaries [ilustración].
Trejo, H. (2018). Orientación de las ramas [ilustración].
La orientación de las ramas es otro aspecto que aporta a la gran diversidad de formas de los árboles. Si las ramas siguen la dirección de la vertical del punto en que crecen se conocen como ortotrópicas. Son ramas erectas con simetría radial, como en el ahuejote (Salix bonplandiana) o el ciprés italiano (Cupressus sempervirens).
Ahuejote
Ciprés
Las ramas plagiotrópicas, en cambio, se disponen en forma oblicua o transversal, con respecto a la dirección del tallo principal. Las araucarias y cedros son buenos ejemplos de árboles con ramaje plagiotrópico, además de los fresnos, jacarandas, entre otros.
Cedro
Fresno
El árbol es un elemento importante en varias de las comunidades vegetales, como el bosque de pinos o las selvas, y se convierte en el principal protagonista de los beneficios medioambientales de las áreas verdes, con una función estructural, ya que actúa como organizador del espacio en proyectos de arquitectura de paisaje (Falcón, 2007).
Trejo, H. (2018). Los árboles [ilustración].
Ejemplos del uso de los árboles en proyectos de arquitectura de paisaje.
Trejo, H. (2018). Elementos de un camellón y árboles [ilustración].
Trejo, H. (2018). Diseño de un jardín con diversas formas de vida [ilustración].
El árbol es la forma de vida más evidente en una masa forestal natural o artificial, dadas sus características dimensionales, longevidad y contribución ambiental en los espacios. Estos organismos son muy importantes en diseño, por su función en la estructuración de espacios.
Los arbustos son vegetales leñosos o semileñosos que suelen superar los 50 centímetros de altura y,
por lo general, no sobrepasan los cuatro metros de altura, aunque excepcionalmente pueden llegar a
medir hasta seis metros.
La diferencia básica y más clara para diferenciar a los arbustos de los árboles es la presencia de
varios troncos, que nacen desde la base y, aunque presentan crecimiento secundario, estos difícilmente
rebasan los 10 centímetros en su diámetro.
Trejo, H. (2018). Arbustos [ilustración].
Los arbustos de menor altura, un metro a lo sumo, se llaman matas; sin embargo, el término
subfrútice se aplica a plantas semejantes a arbustos, generalmente pequeñas y sólo
lignificadas en la base (Font Quer, 1989).
Como consecuencia, un matorral es una comunidad vegetal dominada por matas, mientras que si el dominio
corresponde a arbustos debe ser llamado arbustedo.
En la clasificación de la vegetación de México se considera matorral alto al conjunto de
arbustos o matas que tiene entre dos y ocho metros de altura; matorral bajo de uno a dos
metros y subarbustivo si es menor a un metro.
En diseño de paisaje, los arbustos se consideran uno de los elementos más importantes para la
conformación y la estructuración de espacios, ya que ayuda a delimitar, contener o confinarlos a nivel
peatonal. Al igual que los árboles, tienen formas y tipos muy variados, así como diversidad de
colores, texturas y utilidades. Para tal fin, podremos valernos de aquéllos que crecen
horizontalmente, con ramas arqueadas, lloronas o de aspecto erecto, cualquiera de ellos contribuirá a
lograr efectos creativos en un jardín (Falcón, 2007).
Los arbustos presentan cinco hábitos de crecimiento que dan origen a las distintas formas que a continuación observaremos:
Con varios tallos, las numerosas ramas laterales terminan en una inflorescencia. Al expresarse estas inflorescencias, el crecimiento, ya sea el tallo principal o de las ramas, se detiene. Los tallos son vigorosos y presenta 5 a 10 internudos, comúnmente cortos. Muestran una forma esférica.
El arbusto muestra un crecimiento irregular con tendencia a desarrollar ramas largas y caídas. Los internudos de las guías son mucho más largos que los internudos de los tallos. Formas pendulares.
Postrado, semipostrado o decumbente: Con un importante sistema de ramificación horizontal e irregular. El crecimiento es muy bajo y pegado al suelo.
El tallo presenta dominancia apical con numerosos nudos; alcanza varios metros de altura si es guiado a través de tutores o plantas de cultivo que sirvan como soporte. Las ramas axilares son menos desarrolladas, debido a la fuerte dominancia apical.
Los hábitos de los arbustos están bien definidos; sin embargo, hay cultivares cuyas características se combinan creando formas intermedias.
Trejo, H. (2018). Hábitos de crecimiento de las formas de vida arbustivas [ilustración].
Las hierbas comprenden una forma de vida muy diferente a las antes citadas. El tamaño es sumamente
variable, aunque en su mayoría son plantas de talla pequeña, que presentan tallos verdes y flexibles
que carecen de crecimiento en grosor.
Hay hierbas anuales, que nacen de las semillas cuando se inicia la estación más propicia, y otras que
son vivaces y crecen desde tallos que se encuentran en la superficie o subterráneas.
Las hierbas en forma general ocupan los estratos bajos y rasantes, formando tapetes que cubren el
suelo y lo protegen.
De forma eventual, podemos encontrar algunas plantas de gran talla, consideradas dentro del grupo de
las herbáceas, debido a la presencia de caracteres morfológicos de este tipo biológico; por ejemplo,
el plátano (Musa ensete) y diversos tipos de palmas que, aunque presentan tallos en un solo
eje, son de carácter fibroso y no leñoso.
La diversidad de formas y hábitos de vida de las herbáceas promueve una gran diversidad de usos en el
diseño de espacios abiertos, creando puntos focales y acentos de color por su floración llamativa o
las tonalidades en el follaje.
Clasificación de los tallos
Para diferenciar y a la vez facilitar la agrupación de la vegetación en comunidades se han intentado
diversas clasificaciones, con distintos criterios, tratando de encontrar los tipos biológicos que las
caracterizan, lo que permite las comparaciones entre comunidades vegetales distantes, permitiendo el
desarrollo de disímiles propuestas para clasificar las formas de vida. Sin embargo, varias de esas
clasificaciones están en desuso, debido a la dificultad y subjetividad de los criterios bajo los
cuales fueron elaborados.
Recordemos que el concepto de formas de vida se refiere a:
Dado que los hábitos de crecimiento responden a los nichos ecológicos que ocupan las plantas en los
distintos hábitats, el objetivo que buscan las diversas clasificaciones propuestas es reducir la
enorme diversidad de especies de un ecosistema a unos pocos grupos, buscando caracteres similares
entre ellos, para facilitar la comprensión de la organización y funcionamiento de las comunidades
vegetales, inclusive para denominarlas.
Como se mencionó al inicio de este tema, el sistema de Raunkiaer (1934) se basa, esencialmente, en el
comportamiento de las especies durante la estación climática desfavorable; es decir, en la posición de
las estructuras de renuevo o meristemos, con respecto a la superficie del suelo, que permiten a la
planta retoñar en la estación de crecimiento.
Por tanto, una forma de vida se identifica con base a la altura en que se encuentran sus yemas de
renuevo. Esta clasificación ha permitido determinar que el porcentaje de especies de cada
grupo en una comunidad varía sustancialmente de un clima a otro; pero si las condiciones climáticas
son similares, las formas de vida que las componen serán similares.
Por ejemplo, las selvas altas se caracterizan por tener formas arbóreas dominantes de 30 a 60 metros
de altura y pocas especies arbustivas y herbáceas.
Trejo, H. (2018). Clasificación de la vegetación por formas de vida con base en la localización del órgano de perennación [ilustración].
La utilidad de la clasificación de Raunkiaer es la facilidad de establecer comparaciones de la
vegetación de zonas geográficas distantes, ya que la mayoría de las veces no existen especies comunes,
pero sí formas similares. Al comparar las comunidades vegetales, con base en las similitudes
morfológicas que presentan, en la abundancia de cada una de las formas de vida (en aspectos como su
altura, verdor y cambios a través del año, condición que se refleja claramente en la fisonomía de la
comunidad) nos permite hablar de una selva alta perennifolia o una selva baja caducifolia, bosque
deciduo, etc., localizados en lugares distantes, cuya fisonomía es similar, aunque las especies no
coincidan.
En arquitectura de paisaje es necesario conocer la forma de vida de las especies vegetales utilizadas
para un sitio específico, ya que permite predecir el aspecto que tomará la masa forestal creada
durante el año y manejar conceptos como estacionalidad y sucesión, a través del
tiempo de un proyecto.
Como puedes ver, existen varias propuestas de clasificación de las plantas por formas de vida. El
objetivo que persigue cada una de ellas es facilitar la comprensión de la organización y composición
de las comunidades vegetales. Hemos abundado tan solo en dos de ellas, que consideramos proporcionan
criterios básicos para extrapolar este concepto al diseño de espacios abiertos.
Las formas de vida fundamentales nos ayudan a organizar los espacios diseñados por el hombre. Es importante que puedas reconocer cada una de ellas para que comprendas la manera de utilizarlas cuando se diseña.
La comprensión de las distintas clasificaciones de las plantas, con base en su forma de vida, te permitirá, además de identificar las comunidades vegetales naturales, extrapolar dichos conocimientos al momento de diseñar un parque o jardín, en el ambiente urbano que genere un espacio exitoso en el establecimiento de la vegetación.
Conocer las características de las distintas formas de vida y su ubicación en las comunidades vegetales es una fuente básica de conocimiento para el diseño de áreas verdes sustentables. Te invitamos a medir si has comprendido su importancia.
Fuentes de información
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Cómo citar
Meza, M. C. (2019). Formas de vida vegetal. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAED/Facultad de Arquitectura. Consultado el (fecha) de (vínculo).