Actualmente, México se encuentra en una etapa crucial para su economía, ya que, por una parte, existen indicadores que podrían reflejar un cierto éxito en las políticas económicas y un adecuado manejo de las variables macroeconómicas, donde destaca una baja inflación, que es el principal objetivo del modelo imperante, conocido como el Nuevo Consenso Macroeconómico, adoptado como consecuencia de la crisis de la deuda externa en 1982 y parte de todo el cambio de paradigma económico.
No obstante, por otro lado, nos encontramos inmersos en un estancamiento económico, con un poder de compra deteriorado, una escasa inversión productiva y una incontrolable devaluación de la divisa nacional frente al dólar; situación que repercute directamente en la población en general, que se enfrenta a un sistema con pocas oportunidades para beneficiarse, principalmente por la precarización e insuficiencia del empleo. Entonces, esta situación económica afecta a la economía nacional, principalmente en las expectativas de crecimiento y desarrollo, al tiempo que deteriora la capacidad de nuestro país de insertarse y sacar provecho de la economía global.
Para comprender esta situación, es menester conocer el cambio de modelo económico en México en el marco de las transformaciones de la economía mundial, esencialmente debidas a la globalización en general, y al denominado Consenso de Washington, en particular para los países de América Latina.
En los años ochenta, en el marco de la globalización económica, convergieron una serie de transformaciones nacionales e internacionales que finiquitaron el agotado modelo de política económica en México y, posterior a la crisis de la deuda, dieron paso a un cambio radical hacia un modelo económico de corte neoliberal, acorde al decálogo elaborado por John Williamson a principios de la década de los noventa, denominado Consenso de Washington.
Este cambio implicó una reestructuración de todo el marco legal y la adopción de un nuevo enfoque en las políticas económicas, donde, en materia macroeconómica y específicamente de inflación, sobresale la aplicación del Nuevo Consenso Macroeconómico.
Feix, E. (2015). Expectativa a la baja [fotografía]. Tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Expectativaa-la-baja.jpg
De acuerdo con Villegas (2014), el Nuevo Consenso Macroeconómico (NCM) o Nueva Síntesis Neoclásica tiene sus orígenes en la nueva macroeconomía clásica y en la nueva macroeconomía keynesiana, y se denomina así ya que existe un reconocido acuerdo sobre la existencia de una “nueva situación clásica”, la cual pragmáticamente ha marcado las políticas económicas que han seguido los gobiernos y las autoridades monetarias de muchos países, las recomendaciones de política de los organismos financieros internacionales y la literatura en torno a la corriente principal en las últimas décadas (Carrasco, 2014).
Se trata de un consenso en torno a la tesis de que un banco central, el cual goza de autonomía y utiliza a la tasa de interés como instrumento de política monetaria, puede alcanzar la estabilidad de precios mediante una meta de inflación. La premisa principal de este consenso es considerar a la estabilidad de precios como el mecanismo sine qua non para el crecimiento económico, y de ahí se deriva el papel que debe desempeñar el banco central y cómo éste debe jerarquizar y manejar las variables macroeconómicas.
Garcia, L. (2007). Banco Hispano Americano [fotografía]. Tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Banco_Hispano_Americano_(Madrid)_03.jpg
En síntesis, de acuerdo con Perrotini (2007) y Shaikh (2000), los puntos que contempla el NCM son:
Como producto de la aplicación de estos principios, afirman sus ideólogos que se aumenta la credibilidad del banco central, mejora la planeación del sector privado y la comprensión del público en general de las acciones de las autoridades monetarias.
Así, existen dos funciones básicas: ser transparente y flexible para absorber los choques económicos y mitigar la volatilidad. Entonces, al establecer metas de inflación, se propiciará una mejor política monetaria, se generará más transparencia y responsabilidad, así como un ancla más conveniente para las expectativas inflacionarias (Rochon y Rossi, 2007).
En consecuencia, a largo plazo se tendrá un nivel de inflación y una tasa de crecimiento del PIB óptimos, al suponer que el manejo que se haga de las variables económicas para el control de precios sólo tendrá efectos temporales y a la larga no implica un sacrificio sustancial de producto y empleo.
En relación con la proyección internacional, se infiere que una inflación controlada propiciaría un impacto positivo en el tipo de cambio de corto plazo, que a la vez redundaría en equilibrio de la balanza de pagos; en general, una estabilidad macroeconómica, el uso pleno de los recursos productivos y una tasa óptima de crecimiento económico.
Todo lo que coadyuvaría a una mejor inserción en la economía internacional al tener ventajas competitivas y desarrollar economías de escala. Sin embargo, es preciso enfatizar que el éxito de la inflación se mide generalmente en términos de su impacto sobre las tasas de inflación, con poca o nula atención a los factores reales o metas de política económica, tales como reducción del desempleo y la pobreza, así como la maximización de la producción.
McPhee, N. (2007). Nic’s eventens-London [fotografía]. Tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Flickr_-_Nic%27s_events_-_London_-_14-15_Dec_2007_-_034.jpg
Nueva Zelanda, a través de su Banco Central, fue el primero en introducir el NCM en 1990, de ahí lo siguieron distintos países; sin embargo, no todos lo han aplicado de la misma manera ni han obtenido los mismos resultados.
Los resultados obtenidos con la aplicación del NCM pueden variar significativamente de un país a otro, puesto que dependen en gran medida de sus particularidades y las características únicas de su sistema económico; donde no solamente influyen las condiciones internas, sino la manera en que se encuentra inserto en la dinámica internacional.
Nast, T. (1874). Gran inflación [caricatura]. Tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Grant_Inflation_Bill_Veto.jpg
Después de la moratoria de la deuda y la década perdida, México comienza un proceso de transformación económica, adoptando un nuevo modelo, basado en las exportaciones y fomento al comercio exterior, acorde con los lineamientos del Consenso de Washington para la economía en general y el NCM para la política macroeconómica.
(s. a.) (2007). Banco de México [fotografía]. Tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Bancodemexico.JPG
Se puede declarar, como recientemente lo ha hecho el presidente Enrique Peña Nieto, que el principal resultado, arrojado por la aplicación del NCM, es haber cumplido con su objetivo de mantener una inflación baja, empero no se puede afirmar que esto haya tenido las repercusiones positivas esperadas sobre la estabilidad macroeconómica y los demás ámbitos económicos.
Diversos autores cuestionan la capacidad de esta política para estabilizar simultáneamente el producto y la inflación, y a la vez lograr un nivel bajo de desempleo; así como la posibilidad de mantener tasas de inflación mientras se reduce la incertidumbre y los riesgos especulativos.
Se concluye que al privilegiar los objetivos de control de precios sobre los de crecimiento, la baja inflación no es consecuencia necesariamente de una economía dinámica, tal como se refleja en el caso mexicano.
Las expectativas de crecimiento sobre el país son pobres, tanto a nivel nacional como internacional, por lo que los agentes no invierten. Así que es fundamental dinamizar la economía y ofrecer mejores expectativas de crecimiento; para lo que es imprescindible el papel del gobierno como promotor del desarrollo económico.
Se debe evaluar y replantear o ajustar el modelo económico, dando mayor prioridad al empleo como catalizador del mercado interno, para lo que requiere una dignificación del salario y mejores condiciones no salariales en el mercado laboral, un viraje completo en su papel dentro de la política económica prevaleciente.
Reconocer los elementos del nuevo consenso macroeconómico es fundamental para comprender la dinámica de la macroeconomía en México y, por ende, muchos fenómenos actuales como el aumento en la inflación, la relación con los salarios y el poder adquisitivo, etcétera.
La realidad económica del país no es un hecho fortuito o espontáneo, sino una respuesta a una serie de acciones tomadas en las últimas décadas en el cambio de modelo económico. De ahí que sea fundamental para cualquier profesionista en ciencias sociales reconocer el desarrollo y aplicación del NCM.
Fuentes de información
Bibliografía
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Castillo, R. A. y García, E. (2007 enero-junio). El impacto de la Deuda Externa Pública sobre la Inversión Privada en México: un análisis de co-integración. Estudios Fronterizos, 8(15), 99-119.
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Perrotini, I. (2007). El nuevo paradigma monetario. Economía UNAM, 4(11), 64-82.
Ramos M. y Torres, A. (2006). Inflation dynamics in México: A characterization using the new Philips curve. Documentos de investigación del Banco de México (15), 1-26.
Rochon, L-P. y Rossi, S. (2007). Metas de inflación, desempeño económico y distribución de ingreso. En Girón, A. y Correa, E. Del Sur al Norte: Economía política del orden económico internacional emergente. Buenos Aires: CLACSO.
Shaikh, A. (2000). Inflación y desempleo. En Guerrero, D. (Ed.). Macroeconomía y crisis mundial. Madrid: Trotta.
Villegas, C. (2014). Del modelo IS-LM al Nuevo Consenso Macroeconómico. Tiempo Económico, XI(28), 5-21.
Documentos electrónicos
Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión. Ley del Banco de México [Versión electrónica]. Última reforma publicada en el DOF el 10/01/2014.
Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 [Versión electrónica]. México. Consultado el 5 de febrero de 2018 de http://pnd.gob.mx/
Bibliografía
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Phillips, P. (1987). Time series regression with a unit root. Econometrica, 55(2), 277-301.
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Cómo citar
Quintero, A. (2018). El nuevo consenso macroeconómico en México. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAED/FES Acatlán-UNAM. Consultado el (fecha) de (vínculo).